martes, 30 de septiembre de 2014

AL AZRAQ. EL CAUDILLO MUSULMÁN QUE LUCHÓ CONTRA JAIME I


Mohammad Abu Abdallah Ben Hudzäil al Sähuir (1208, Alcalá de la Jovada, 1276, Alcoy, ambas localidades en la Montaña alicantina) fue conocido con el sobrenombre de Al Azraq (el de los ojos azules o quizás el del turbante azul, como propone Selles), fue un líder musulmán que vivió a mediados del siglo XIII, ocupando su vida a la defensa de esta montaña alicantina de las intenciones reconquistadoras de Jaime I.

Realmente nació en el mismo año que su gran enemigo, al que odió y luchó durante toda su vida hasta su muerte en la escaramuza de Alcoy.
Era la lucha, desigual, entre una corona de Aragón en plena pujanza que ya dominaba Castellón, Mallorca y toda la zona litoral de Valencia frente a unos territorios andalusíes post-almohades y, en el caso de Alicante, sin contacto directo con el resto de Al Andalus (el reino nazarí), al conquistar Alfonso X (al menos nominalmente) la zona murciana.

Conquistas de Jaime I

Como puede verse perfectamente en el mapa, el territorio en conflicto era la zona alicantina (entre Játiva y Jijona), un verdadero castillo de montañas poco accesibles que sirvió a al-Azraq para resistir por medio de la guerra de guerrillas, la creación de castillos en zonas estratégicas y el conocimiento del territorio a las tropas, increíblemente mayores, de Jaime I.
Junto a esto al-Azraq (hijo del wali de Denia) era un hombre ilustrado y culto, políglota (su madre era cristiana, algo muy habitual en Sharq al Andalus) relacionándose con los monarcas de su tiempo, pasando largas temporadas en las cortes de Aragón, Valencia y Granada.
Gracias a estos contactos consiguió la ayuda (solapada) de Alfonso X que, pese a ser el yerno de Jaime I, siempre temió el poderío aragonés (al que intentó poner coto en el tratado de Almizra, sucesor del de Cazorla), siguiendo de este modo las políticas iniciadas en Murcia por ibn Madarnish, el rey Lobo.
Lo que nunca consiguió fue el apoyo de sus propios correligionarios, y ni Granada (sólo en su última revuelta) ni Túnez llegaron nunca a apoyarle, aunque sí a recogerle (Granada) en su destierro.
En este complejo panorama, al-Azraq consiguió mantener sus dominios con una sabia dosis de diplomacia y conflicto, pactando su sumisión feudal ante Jaime I a cambio del control de la montaña (y teniendo que renunciar a los grandes ciudades de la zona: Játiva y Denia).


Se afincó entonces en los valles de Gallinera, Alcalá, Perpuchén y Planes, creando una red de castillos y atalayas para controlar el territorio con centro en Benissili

Sin embargo, la situación fue siempre inestable, con constantes cabalgadas y pequeños enfrentamientos generados por los cristianos que, además, sometían a constantes desafueros a los habitantes de la zona.
Esto generó varias revueltas (llamadas mudéjares, al modo murciano)
Zonas de mayoría musulmanana (verde) en el siglo XIII

Normalmente se habla de tres grandes revueltas.
En la primera  (1124-27) los hombres de Al Azraq llegaron a tomar una gran cantidad de castillos (Ambra, Gallinera, Rugat, Laguar, Pop, Calpe, Altea, Alzira), necesitando Jaime I el apoyo de las tropas almogárabes para volver a expulsarlos hasta los mismos límites de la montaña, obligándole a aceptar pactos de vasallaje que, con el tiempo, terminarán por ser insufribles, generando:





La segunda revuelta (1248-58) en la que al-Azraq casi consigue asesinar a Jaime I en una emboscada, volviendo a ampliar sus territorios. Sin embargo, la traición del alcade de Planes abre una brecha en su defensa que Jaime I utiliza para volver a derrotarlo, obligándolo al destierro.
Al Azraq se trasladará a la corte nazarí (precisamente aquella que hizo oídos sordos durante estos diez años en los que el caudillo les pidió insistentemente su ayuda)
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La tercera revuelta
En 1276, Al-Azraq y sus tropas retornan del exilio y, levantando a la población mudéjar de la zona, intentan tomar la ciudad de Alcoy. El Rey de Granada le ayudó mandándole 250 jinetes benimerines llegados del norte de África más 1200 soldados araeces. Además se le unieron 1800 mudéjares para ayudarle. 
El castillo era verdaderamente inexpugnable (sólo se encontraba protegido por cuarenta caballeros cristianos), aunque consiguieron tomarlo.
Alcoy

Sin embargo, la muerte del caudillo en una maniobra de distracción hizo que la cohesión de sus fuerzas decreciera, y aunque aún se tomara algún castillo más, la revuelta también se encontrara herida de muerte.
Muerto también su gran enemigo, Jaime I (justo en el mismo año), su hijo Pere I vuelve a reconquistar las zonas perdidas en 1277, creando una tregua que termina con una ley que permite a los mudéjares libertad de desplazamiento y residencia.

Curiosamente, mucho historiadores  defienden que esta última batalla de Al Azraq en el castillo de Alcoy sea el origen de las famosas fiestas de moros y cristianos, añadiéndole temas habituales en las leyendas medievales, como la intervención de San Jorge en defensa de los cristianos.
Una fiesta que se extenderá por muchos lugares cercanos a esta región de la montaña alicantina.
Moros y cristianos. Onteniente
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